LA RAZA LOSINA.

El Caballo de las Merindades.

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Siglo XX: El Declive.

En los primeros años del siglo se alcanza el mayor censo de yeguas losinas en el propio Valle de Losa (SAINZ, 1933), que se dedican en su mayor parte a la producción de híbridos, los que a pesar de su menor alzada con relación a los de otras regiones, son muy solicitados y pagados a elevados precios por su belleza de conjunto y el buen resultado que daban en las regiones a las que iban destinados. La feria de Orduña y el mercado del tercer viernes de Noviembre en Quincoces, concentran la mayoría de las ventas de muletos al destete, mientras que los "quincenos" (un año de edad cumplido) y "treintenos" se venden principalmente en las ferias de 1º de marzo y mayo de Miranda de Ebro.

Figura 19.- Año 1899. Estampa costumbrista en el mercado de Quincoces.

Entre los años 20 y 30 del siglo, en los valles de Losa y Mena se comienzan a producir cruces con el bretón, y sobre todo con el árabe, fruto de las primeras paradas de sementales enviadas por el Estado, obteniéndose del árabe unos productos elegantes y armónicos, muy bien vendidos, por lo que se orientó la recría a la obtención de potros con destino al Ejército.

Entre los caballos de raza árabe enviados por el Estado, merece especial mención uno llamado "Alá", que actuó dos o tres temporadas en la Junta de Oteo, del que se obtuvieron muchos y buenos ejemplares. Desde el Valle de Losa, fue destinado a la yeguada de Córdoba y, finalmente a Jerez, en donde le fue ofrecido al Estado por una entidad extranjera, la suma de 200.000 pesetas, cantidad que seguramente no alcanzó ningún otro ejemplar en España en esa época.

En los años 30, tras rechazar la Comisión de Compras del Ejército los abundantes productos obtenidos del cruce con el árabe, el abundantísimo plantel de yeguas de ambos valles (1450 yeguas en Losa en 1933), comenzó a cruzarse con razas pesadas (fundamentalmente Postier-Bretón ligero, Burguete, e incluso un poni de Gales.

El resultado del cruce puede definirse como unas yeguas losinas mas altas y fuertes, pues mientras los sementales pesados aportaron alzada y corpulencia, la dotación genética de las yeguas losinas, más antigua y dominante, se imponía en el resto de características externas: Capa, perfil fronto-nasal, finura de extremidades, grupa derribada y no partida, etc.

Pese a la dominancia de los caracteres "losinos", la insistencia en el cruce hubiera acabado borrándolos; si esto no ocurrió en esa época, fué porque los productos obtenidos de los primeros cruces se emplearon masivamente en la producción mulatera, producto estrella de los afamados mercados de Quincoces y de las Ferias vecinas (Miranda, Orduña, Medina), alcanzando yeguas y mulas merecida fama a nivel nacional, y especial demanda en tierras de viñedos y en la huerta levantina, donde su ligero menor tamaño era mas ventaja que inconveniente, y en cualquier caso se compensaba ampliamente con su bello color negro, y una rusticidad y dureza legendarias.

En los años 60, la mecanización del campo determina un vertiginoso descenso de la demanda de ganado caballar y mular, los mercados de Quincoces pierden esplendor, y el famoso tercer viernes de Noviembre acaba pasando a la historia.

Las famosas yeguas, racialmente mixtas, que para entonces han robado ya entre el pueblo el apelativo de "Losinas" a la minoría de tipo original que se mantiene en estado semisalvaje (para la que queda el despectivo de "Orduntiegas", porque es en los extensos y abiertos montes del Ordunte donde pervivía y se reproducía el tipo original), se cruzan repetidamente con el Bretón perdiendo lo que tenían de la raza original, que solo pervivirá en contados animales aislados y en lugares donde permanecen semisalvajes.

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